Tuesday, October 2, 2018

Día 10 Tel Aviv

Después de dormir unas horas, salimos a hacer una caminata de reconocimiento. En total fueron aproximadamente diez kilómetros, después de los cuales terminé con los pies punzando.

Puedo decirles que las instalaciones de la playa son un poco más allá que primer mundo. Hay espacios con sombra para que la gente se siente o se acueste a descansar, de hecho hay uno de estos espacios para minusválidos, supongo que los respetan. Si fuera México, seguro que sería utilizado por algún #LordPlayón o #LadyAcapulcoEnLaAzotea. Y es que en México somos tan dados a no respetar nada que hace unos días un juez, en Jalisco, mandó a sus guaruras a quitar a un señor, de la tercera edad, que se había estacionado en el espacio para minusválidos el cual estaba reservado para él. ¡Háganme el pinche favor!

Se supone que los jueces están para juzgar y aplicar la ley, y este cabrón hace precisamente lo contrario.

En todo el malecón regaderas, puestos de salvavidas, escusados y algo muy curioso. Andaba buscando un cajero automático y vi un par, cuando me acerqué, no entendí nada pues estaba todo en hebreo. Bueno, pues más tarde encontré otros cajeros iguales y vi gente usándolos. Me acerqué para ver de que se trataban los cajeros, y resulta que eran para pagar renta de espacios en la playa. No supe exactamente que se pagaba, pero supongo que por las tumbonas y los espacios con sombra.

La playa está de lo más limpia, para nada se parece a playa de Tijuana, en donde después de un domingo de esparcimiento, se parece al vertidero municipal, y con el agregado de un mar contaminado por las aguas sin tratar que terminan en el Pacífico.

Al final de la playa se encuentra Jaffa(se pronuncia Yafa), que no es otra cosa que el casco viejo de la ciudad. Ahí se concentran muchos restaurantes, tiendas para turistas y el famoso “flea market”. Tal vez se llame así porque antes estaban infestados de pulgas, porque no creo que vendieran pulgas. Nadie en su sano juicio compraría pulgas para llevar a casa. Aunque tengo una amiga que de niña, le compró piojos a una compañerita de la escuela, porque ella también quería tener lo mismo que la nińa que se sentaba frente a ella en el salón de clases. Ya se imaginarán como terminó mi amiga. En fin, cosas de niñas.

Entrando a Jaffa vimos un resta de carnes y entramos a probar un filete cubierto de foeis gras que no tenía madre. Lo más interesante es que la carne sabía a carne añeja, sin serlo. Tal vez era una vaca de 125 años de edad. Si alguna vez tienen oportunidad de probar el foei gras sellado, montado en una cama de manzanas horneadas con una reducción de balsámico, háganlo, no la piensen dos veces. No importa que sean vegetarianos, yo sé lo que les digo.

Fotográficamente, el area es interesante, hay graffitis, personajes interesante, callejones, antigüedades y vendedores empecinados en que te lleves algo de su tienda.

El resto fue caminar por el malecón de Jaffa, el cual está lleno de restas, bares y cafés. Te puedes sentar a tomar una cheve y ver los barcos mecerse en la marina. El problema, a mi edad, de comer, es que me da el mal del puerco(pork disease) después de la comida, y después de la caminata bajo un sol implacable, ya no podía mantener los ojos abiertos. Así que regresamos al hotel, caminando. Llegué de puro milagro, arrastrando mi alma. 



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