Tuesday, November 6, 2018

Londres - Día 2

Me había tomado medio diazepam la noche anterior, así que despertamos a las 12:30pm. Afortunadamente el “plan mínimo de viaje” era visitar el Museo de Londres para atender la exposición fotográfica “London Nights”, un colectivo de fotos del siglo XIX al presente. Menciono el plan mínimo de viaje porque una amiga viaja con todos los detalles planeados, hasta el último minuto. Recuerdo una visita a La Habana, andaba desesperada porque no había plan de nada. Entonces, desesperada me dice “bueno” ¿es que no hay un plan mínimo de viaje? Por supuesto que no lo había, que flojera planear hasta las idas al baño. Si todo lo planeas, no hay oportunidad de descubrir nada, ni de quedarte dos horas a platicar con alguien que conociste en un bar, y de eso es lo que que están hechos lo viajes. 

Un poco de enredo para encontrar la entrada al museo. Veinte letreros y todos apuntaban a diferentes direcciones. 

Me había enterado de la exposición, por uno de los medios en internet. Algo que aprecio son las exposiciones que no son interminables, London Nights es una de ellas, además, son pequeños sets de diferentes fotógrafos y épocas, lo cual desprovee de cualquier intento de monotonía a la exhibición. Me gustaron las dos primeras fotos, creo que eran de 1840, espacios abiertos, oscuros, alumbrado público con el ritmo nocturno de lámparas de gas. No recuerdo el nombre del fotógrafo, que seguramente viene en el catálogo que compré. Había otra foto nocturna, de larga exposición. Me llamó la atención porque en primer plano hay agua, supongo que un río, y no parece una foto de varios minutos, las fotos de cuerpos de agua no tienen textura en la superficie. El fotógrafo escribió que era de 14 minutos. Espero la foto venga en el catálogo para reunirnos y analizarla, siempre es buen ejercicio analizar y opinar las fotos. 

En la exhibición había de todo, hasta lo contemporáneo. Fotos de gente jugando tennis de noche, en una cancha semi iluminada, con un hombre sentado en una de las esquinas exteriores, al ras de la calle, de espaldas a los jugadores, pensativo, inconsciente de lo que sucede en la cancha. Otra foto interesante es un tipo parado, con un cigarrillo entre los labios, en medio de una multitud, congelado en el momento, mientras la multitud gira a su alrededor. Pareciera que se cuestiona su presencia, con la mirada perdida, fija en el lente de la cámara. Hay fotos nocturnas con la niebla que caracteriza a Londres, luces que se cuelan entre rejas de oscuridad, oscuridad que detiene el flujo de luz cuyo propósito es que no la detengan. Sombras que evidencias obstáculo que logran vencer el camino de la luz.

Hay una esquina del museo, a un lado de la entrada, en donde exhiben 5 fotos diferentes cada mes. Todas son de diferentes partes de la ciudad, la idea es que cada fotógrafo plasme lo que cree son momentos, o espacios interesantes. No todas son buenas, pero es una oportunidad para fotógrafos desconocidos(como lo somos la gran mayoría) expongan en un espacio público.

Una tercera exposición, en el mismo museo, es la historia de derecho a votar de las mujeres en Inglaterra. Muchos objetos, fotos, videos, libros, poemas. Este si terminó saturándome, una de esas exposiciones de las que quiero salir corriendo y dirigirme a un bar, después de quince minutos. Lo mismo le sucedió en la expo de Sebastian Salgado, en el MOPA de San Diego. Demasiadas fotos en un pequeño espacio.

Después a dormir una siesta, pues el jetlag seguía jodiéndome la existencia. 

Bajamos al lobby, donde sirven vino gratis y hay una barra de quesos para completar la degustación. Se me ocurrió posar una rebanada de chocolate blanco sobre un queso amargo y ¡wow! casi me sentí en el cielo. Creo que de ahora en adelanta, en lugar de ate con queso, será esta nueva combinación. Después de varias copas(la chica no dejaba de llenar las copas), salimos a caminar, yo en un estado mental... digamos que desinhibido y caminando 2 centímetros sobre la banqueta. Por la tarde salimos a caminar por Picadilly, a tomar fotos, siempre es interesante tomar fotos bajo la ausencia del sol. Pasamos frente a un resta italiano, la carta se veía interesante. El mesero sugirió un feruchini con salsa y trufas blancas. Soy fanático de las trufas negras, pero no había probado las blancas. Hace poco leí de alguien que pidió una pasta con trufas blancas, no recuerdo el precio, pero la vendían por gramos y casi me desmayo del precio, hice cuentas mentales y era mucho más cara que el famoso Kobe Beef japonés. Pues pedí una botella de un super toscano y la dichosa pasta, total, si nos va a llevar la chingada con el peje, que me lleve como a los músicos del Titanic, tocando el violín. En lo que nos servían, el mesero se quedó platicando un buen rato, y nos dijo que un comensal le había dado una mordida a la trufa cuando se la mostraron, que locura. Yo creo que pensaba que estaba en un mercado municipal de Oaxaca, en donde te gritan “guerito” al tiempo que te ofrecen un buen trozo de queso. No quiero saber en cuanto le salió el chiste. Después de una copa de vino fortificado y una de grappa, salí con la cabeza por encima de las nubes. Me sentía como Joni Mitchel al inicio de Both Sides Now.

Caminar las calles solitarias, es ver a gente desprovista de todo falso decoro social, especialmente protegidos por la ausencia de almas en pena que buscan un espacio para dormir, ya sea bajo un portal, o en la puerta de entrada a algun negocio de bienes y raíces. Es increíble como la vida puede ser ruda con los más frágiles. Recuerdo una foto que tomé en Salta(Norte de Argentina), ibamos caminando de regreso al hotel, después de una cena digna de todo sibarita bon vivant, dos clasemedieros wannabes con el estómago lleno, pasando frente a una tienda de colchones. En la entrada estaba un indigente dormido entre cartones, su cama. De fondo, en el interior de la tienda, había todo tipo de colchones y un letrero que e decía “el colchón si importa”, o algo por el estilo. Por ahí tengo la foto. En fin, cosas con las que se tropieza uno de noche, la realidad que te escupe a la cara.

Busqué info de algún club de jazz, pero la función ya casi terminaba, no importa, la siguiente noche pintaba para ser musicalmente espectacular. De regreso al hotel, tomé algunas fotos, la mayoría piteras, que ni he tenido tiempo de revisar.

Mañana será otro día.





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