Wednesday, November 7, 2018

Londres - día 3

Una noche de insomnio no podía faltar en un viaje. Especialmente si no tomé diacepam ni tafil. No vayan a creer que me paso la vida empastillado, lo mío es la espuma. Creo que dormimos tres horas, ni modo, así es esto. Salimos temprano a caminar, la idea era estar a las 2pm en Lyle’s, que según una lista de esas que aparecen de vez en vez, es uno de los mejores 50 restaurantes en el mundo.

La caminata fue larga, desde Picadilly hasta el Tamesis y de ahí al dichoso restaurante. En el camino tomé algunas fotos, creo que una se me hizo interesante, pero sigo sin tener tiempo de revisarlas. El Tate Modern estaba cerrado, era lunes, el Millenium Bridge interesante como siempre, y buscando el restaurante nos adentramos a una parte de Londres en donde no hay turismo. Casonas viejas de las que sobrevivieron los bombardeos de la segunda guerra mundial. Pero lo más interesante fue un taller de camisetas impresas, cuyo dueño resultó ser un conocedor de música que cuenta con una red de artistas que le diseñan la obra que que imprime en las camisetas. Me platicó del diseño de unas camisetas que son barras de colores, las cuales representan canciones, por ejemplo “So what” de Miles. El artista hizo todo una investigación de la relación de los colores con las notas y de eso nació el diseño de las camisetas. Me contó la historia del diseño de una camiseta con imágenes de una de las cámaras Hasselblad que usaron los astronautas para ensayar. Resulta que uno de los ejecutivos de Hasselblad pasó frente a su taller y vio algunas camisetas con estampados de cámaras. Al tiempo le hicieron un pedido de más de trescientas camisetas con imágenes que le enviaron. Después de entregarlas, el ejecutivo le preguntó si había algo que pudieran hacer por el, agradeciendo la entrega del pedido en tan corto plazo. El dueño les dijo que sí, que quería fotos de la cámara lunar, de diferentes ángulos, con fondo blanco y la misma apertura. Las fotos se las envió a un artista, cuyo diseño me lo traje en una camiseta.

Salimos corriendo a la cita en el Lyle’s, restaurante en la lista de los mejores 50 del mundo. 

A veces me pregunto con que autoridad cuentan estas personas que crean estas listas. ¿De verdad cuentan con un amplio conocimiento real de restaurante en el mundo? O sea ¿han comido en ellos? Neta, y miren que no es chisme no por quemar a nadie. Hace poco vi un video de un bato de Tijuana, que anda haciendo videos de restas locales. Vi uno de un resta en donde preparan el “german pancake”, que tengo años comiéndolos en varios restas de San Diego. En el video dice que ni en Alemania, o algo por el estilo. Pues por supuesto que no, el german Pancake es invento gringo.

Bueno, regresando al Lyle’s, no pierdan su tiempo, hiperpoquito, y nada del otro mundo. Es comida molecular, por aquello que te sirven una molécula de cada platillo.

De ahí tomamos un Uber al hotel, había que descansar antes del concierto. 

Salimos con tiempo del hotel y pasamos por el barrio Chino y decidimos entrar a un resta vietnamita. Nos sirvieron más rápido que un taquero de la humaderas. Pho y spring rolls. El caldo dep Pho era de otro mundo, literalmente, nada que ver con los de San Diego o Tijuana. Pagamos y salimos corriendo a Ronnie Scott’s, a la cita con Chuxho Valdes y Jazz Batá 2.

Ronnie Scott’s es un club de Jazz en Londres, por el que ha pasado el “quien es quien” de ese mundo musical. Curiosamente, Miles nunca tocó para un público en ese escenerio. Filmó para una televisión, o algo por el estilo, pero no con público. Uno de los dueños originales del club, viajó en los 70, con su grupo, resultado de un intercambio musico-cultural, y conoció a varios de los músicos importantes de Cuba.entonces fue que decidió llevarlos a su club. Y el resto es historia.

El pretexto de esta visita a llLondres fue Chucho y la presentación de su nueva producción “Jazz Batá 2”. En los 70 grabó el primero, pero con la fama de Irakere y diferentes formatos, creo que lo de los batá, quedó guardado en la gaveta del futuro.

Lo que más me gusta del club es su política de no fotos, no celulares y no conversar. Rl maestro de ceremonias explica que es por respeto a los músicos y al mismo público. Y es que es cierto, yo no voy a escuchar los problemas personales de la persona de al lado. El jazz requiere de concentración y respeto. Es imposible leer “El Salvaje” con un coro de guacamayas al lado.

Antes del concierto saludé a Yaroldi, el conguero, y lo primero que me dijo es que al batalero le habían negado la visa para Inglaterra. Me quedé pensando que con la calidad de músicos que Chucho maneja, no habría problema. De hecho, pudo haber faltado Chucho y estoy seguro que el grupo hubiera reventado el escenario.

He visto a Chucho infinidad de veces, hasta en ensayos, y a pesar de mi admiración, hay vicios musicales que me molestan, o no termino de asimilarlos. 

Este concierto fue diferente, creo que Chucho alcanzó una madurez que otros mueren buscando.

Hasta este momento, no he escuchado el nuevo CD, y por lo tanto no conocía la mayoría de las interpretaciones, tal vez, excepto, fuera de Bésame Mucho, y creo que Zanaith.

La pieza con la que abrió fue el claro ejemplo de como se construye la tensión musical. Como un tiburón que acecha en el fondo del océano, que se acerca lentamente a la superficie, donde los bañistas cada segundo van perdiendo ese sentido de esparcimiento, sin saber porque. El escuálido acecha, la gente se pone tensa, la tensión se acumula sin saber que sucede, hasta que el animal rompe la tensión superficial con un festival de percusiones afro latinas y se traga todo lo que encuentra en su camino. Que manera de romper el silencio de la sala. Personalmente, la primera pieza me dejó felizmente agotado. Los que siguió fue un viaje lleno de valles y cúspides. Jamás había visto a Chucho tan cómodo, con un lenguaje corporal que decía mucho de su estado de ánimo, de lo seguro que se sentía con este nuevo proyecto. El bajista es un joven que no dejó de sonreír y jugar toda la noche, con una comunicación visual constante, con Chucho. Su primer solo, inició anclado al más puro jazz y como el tiburón, se fue transformando y generando esa tensión de nuevo, hasta llevarlo al corazón del Callejón de Hamel, con movimientos de rumbero y todo. Que placer ver a alguien transmitir la felucidad de su trabajo y percibir a un público vuelto loco por este bajista.

El grupo suena fresco, sólido, sin dejar nada a la imaginación. Yaroldi, el percusionista, como siempre, acompañando desde lo más sublima hasta sus violentos solos que lo dejan a uno con un dolor en el pecho, por las ondas sonoras que emanan de sus congas, que manera de tocar de este chamaco.

Al final del concierto me acerqué al escenario para pedirle al baterista(Abraham Mansfarroll) que posara para una foto. Por cierto, Mansfarroll dio una clase magistral de batá, que manera de tocar de este muchacho, más aún cuando jugaba con Yaroldi en sus congas. Después de tomarle la foto, conversamos un poco y surgió el tema de los videos que tengo años subiendo a youtube, y me dijo que tiene varios grabados con los que se pone a estudiar. Que bueno que esos videos sirvan a la comunidad musical cubana, y supongo que de otros países.

Mansfarroll me coló al camerino en donde se encontraba chucho y me tomó un par de fotos. Le dije a chucho que hace poco vi una entrevista que le hicieron a Oscar Peterson en la cual cuenta que cuando Art Tatum terminaba de tocar, nadie se atrevía a tocar ese piano. Pues así fue lo de chucho.

Al final nos quedamos a platicar con Yaroldi, nos dijo que era el último concierto y se regresaba a Cuba. Estuvimos recordando cuando nos conocimos, del festival de jazz en Can Cún en el 2000, de los conciertos en CDMX y los 16 conciertos que filmé en Yoshi’s, de Irakere.

Creo que este concierto me liberó de la tensión del día a día.

Salimos y nos metimos a un resta chino, despedida de Londres. 

Siguiente parada, Paris Photo.



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