Friday, September 21, 2018

Día 4 - Vigo

Salí temprano a buscar un desodorante y a tomar un café. Lo del desodorante tuvo que esperar pues no había una tienda abierta, al parecer abren a las 9. La noche anterior entré a una farmacia a buscar el desodorante y sólo tenían uno que era orgánico, artesanal, de pastoreo libre, gluten free, sugar free, ecológico y fair trade. Lo que no era, es free, ni una muestrita para probar. Costaba una lana. Decidí esperar un día, tampoco es que huela yo a cruda de albañil de lunes por la mañana.
Ya desayunado... bueno, tampoco es un desayuno en forma, como estamos acostumbrados en México. Acá es café, un pan tostado con mantequilla y mermelada y jugo de naranja. Hipercalórico e hiperpoquito. La noche anterior había descubierto un atajo, que parecía un callejón sin salida, con unos graffitis muy interesantes, pero era muy noche y había poca luz. Decidí investigarlo y eso me fue llevando a otras calles, todo de subida. Vigo es parecido a Oporto(Portugal), lomas que descienden para sumergirse en el mar. Caminé hasta que me encontré en una zona residencial que no era lo que andaba buscando. Así que tomé la primer calle que descendiera. Esta me llevó a lo que parecía ser un parque. Tome unos escalones que subían a un bosque con brechas por donde gente hacía ejercicio o llevaba a sus perros a cagar. Los escalones parecían no tener fin, hasta que encontré una calle por la que subían carros y buses. Resulta que era un castillo que sirvió de fortaleza. Cuando llegué a la cima estaba bañado en sudor, la chamarra goteaba, la camisa, ni se diga. En la cima había un jardín con una fuente en donde la gente llenaba sus pomos con agua. Mientras yo con la lengua de fuera y todos los viejitos, creo que la edad promedio era 75 años, frescos como lechuga, pues habían llegado en buses turísticos. Estuve un rato viendo la ciudad desde ese punto y regresé por donde llegué. Dec idí regresar al hotel a bañarme y descansar un rato. En el trayecto pasé frente a un restaurante de “comida bastarda”, se me hizo interesante y decidí regresar cuando abrieran. Después de descansar, fui a la estación de tren a comprar un billete para Bilbao. Más subidas, bajadas y calles serpenteantes. He visto a mucha gente paseando con sus perros. Se me hizo curioso que la mayoría son batos.



Me traje todo el equipo para tomar fotos de larga exposición y, hasta hoy, no he encontrado nada interesante. Solía cargar una pila de lentes, pero con el tiempo he aprendido que no se necesita cargar con la fábrica de lentes. Esta vez me traje tres lentes y una cámara. Conozco a fotógrafos que cargan hasta con la suegra, para que ayude a cargar el equipo. Lo que hace bulto es el trípode y el cabezal, lo cual me obliga a viajar con una maleta que parece ataúd. Ya tengo unos años con ella y ahí sigue, aguantando los golpes de su vida útil. 
Tengo varias cámaras pero uso dos, mayormente. Una Sony A7r III, y una Fuji XH-1. La Fuji la cargo para viajes en donde hago foto de calle, exclusivamente. Es mucho más ligera que la Sony y los lentes muy compactos y livianos. Nunca viajo con ambas. Antes viajaba con dos cámara, por si se descomponía una, lo hice en el Sahara, La Antártida, Patagonia y algunos otros lugares. Hasta la fecha no he tenido problemas, así que dejé de cargar dos cámaras, demasiada chinga, la pobre columna no aguanta tanto.
Me propuse tomar las fotos con un lente de 50mm, lo tomé como un reto. Por lo general uso uno de 35mm. Usar uno de 50mm te hace pensar un poco más las composiciones. A veces no hay espacio para hacerse hacia atrás y hay que componer con lo que alcanza el lente. Todavía me estoy aprendiendo a calcular las distancias para encuadrar. Con el 35 ya sé donde pararme para captar lo que quiero, después de un tiempo, es natural.
Después de la comida, me quedé en el hotel, se me había olvidado reservar el hotel el Bilbao, afortunadamente encontré un airbnb barato y céntrico.
De nuevo no dormí casi nada anoche, pero hoy me desquito con un tafilaso. Creo que se me olvidó platicarles que se rompieron mis espejuelos pimpeados. Se rompió una de las patitas y ahora los traigo de lado. Estaba pensando en romper la otra patita para que sólo quede la montura con los acrílicos, así me los monto en la nariz, que tengo suficiente para montarme unos de Elton John. Afortunadamente tengo otro par idéntico en la oficina, me lo regalaron porque estos se empezaron a descarapelar un par de meses después de comprarlos. Lo que sucedió fue que perdí el estuche y escribí a la empresa que los fabrica. Me dijeron que me podían vender otro estuche, entonces se me ocurrió mencionarles que se estaban pelando los lentes, me pidieron fotos y me enviaron otro par. No los he usado porque me gustaron estos desgastados, con carácter. Regresando cambio a los nuevos lentes. Mientras, aquí ando, batallando.
Me toco frente a una mujer que no he volteado a ver. Se la pasó como tres pinches horas hablando por teléfono a grito abierto, en un idioma que no entiendo ni cojones, parece árabe, y viene con un niño que trae una diarrea mucal cabrona, juraría que le están saliendo gummy bears, derretidos, por la nariz. además de berrear de vez en cuando. Ya tienen rato calladitos, espero hayan muerto.






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