Me tocó el vagón 6, asiento A4. Alguien estaba en mi lugar, pero no importó, el vagón iba casi vacío. Del otro lado del pasillo iba un bato con una mano fracturada(lo supuse por el yeso), el resto de la gente se veía normal, sin fracturas. El viaje es de seis horas, y casi al final tuve que preguntar cuál era la estación de Vigo. Tal vez suene pendejo, pero muchas veces las ciudades tienen dos o tres estaciones y a veces no tienen el nombre de la ciudad.
El hotel lo reservé la misma mañana. El problema es que no traigo itinerario fijo, por lo menos para esta parte del viaje. Creo que dormí una buena parte de viaje, la otra parte me la pasé leyendo un libro que me tiene enganchado. Al llegar a la estación me ofrecí a ayudar al hombre de la mano fracturada, y me dijo que no había necesidad. Me contó que fue un accidente con un taladro y me dijo que había pensado que estaba yo loco por traer una chamarra. Bueno, le epxpliqué, que la llevaba por el fresco de la mañana, pero en realidad no la necesitaba, el clima estaba rico.
Vigo se parece a Porto(Portugal), a la orilla del mar, muchas lomas para subir y bajar, y literalmente tirar el bofe. Llegué a la habitación en un estupor de jetlag. Además porque las dos noches anteriores había tomado tafil, es lo único que me ayuda para estos viajes. El hotel no es nada del otro mundo, está en una de las lomas y se supone que la terraza tiene una vista espectacular de la ciudad.
Me bañey salí a ver que onda con esta ciudad. Ah, pero primero tenía que resolver el problema de la tarjeta de crédito. Se me olvidó avisar al banco que salía de viaje, pero estaba confiando en que no habría problema porque ya me habían dicho anteriormente que no había necesidad de avisar, que estaba protegido. Cuando iba de la estación rumbo al hotel, me detuve en un cajero y no sirvió la tarjeta, eso me preocupó un poco pues sólo traía 100 euros en la bolsa, de los que me quedaron del viaje anterior. Pregunté en la recepción por un cajero automático cercano y me dieron indicaciones de un Santander, que ahí sí aceptaban tarjetas gringas. Pues bien, si funcionó la tarjeta.
Lo primero que hice fue dirigirme al casco antiguo y buscar un restaurante. Eran las 3:30pm y no era hora de comer, pero encontré uno abierto y disfruté de mi desayuno-comida.
Caminé un par de horas más y me vine al hotel a descansar, y bañarme que me hacía falta. Por cierto, encontré una tienda con camisas pimpeadas y sucumbí al encanto de tres, ni modo, la vida es corta para vestirse aburrido. La señora que me atendió es de lo más amable, me entretuvo platicando un buen rato. Me contó de sus viajes con su hijo a buscar ropa "diferente". También me platicó de una clienta que me compra miles de euros de ropa. Según que porque ella trabaja con gente de Hollywood no quiere verse igual que el resto del jetset.
En la noche salí a caminar un poco, y a comer algo para no acostarme con el estómago vacío. Después de la cena y una cerveza, seguí caminando por unas calles solas y tomé algunas fotos. Me encontré con un señor que venía en sentido opuesto cuando me disponía a disparar, se detuvo y en son de broma me dijo que esperaba que no le estuviera tomando la foto a él. Pues nos quedamos platicndo un buen rato. Se llama Antonio, tiene 95 años y salió a caminar a las 11:30PM. Me platicó de como ha cambiado la ciudad. Me dijo que la calle por la que caminaba, antes era la calle principal de la ciudad y que antes el final de esa calle eran unos portales en donde se procesaba sardina las 2 horas. Me sorprendió la lucidez del Antonio, yo a mis sesenta se me olvida hasta tomarme las pastillas para la memoria. Después de esa larga charla, que por supuesto incluyó el Franquismo, la guerra civil, comunismo, los separatistas, la hermandad de España-México y unos cuantos temas más, nos despedimos y seguí mi rumbo. Curiosamente, las calles/callejones se sienten seguros. Encontré un mercado al que pienso regresar hoy. Digo hoy porque ya son las 6am acá.
Antonio
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